Lol-Ha Pérez Landa
Criminóloga con experiencia en victimología
criminologa.lol.ha@gmail.com
criminologa.lol.ha@gmail.com
Que pena me da leer esta nota. Sucedió aquí a
unos cuantos kilómetros de nosotros: una de tantas mujeres maltratadas, victima
de la agresión de su cónyuge. Realmente es terrible observar los fenómenos
sociales y psicológicos que acontecen en nuestra especie “humana”.
Rosa María, de apenas 20 años de edad,
respondió al ataque de su hoy occisa pareja sentimental. Es curioso ver la
ambivalencia en sus actos: por un lado escondió el cuerpo sin vida de su
agresor, cual niña que mancha de tinta alguna prenda y la esconde debajo de su
cama para que mamá no la encuentre, pequeña niña asustada por su travesura. Por
otro lado, pude haber soportado insultos, golpes, amenazas, pero nunca el que
le quitaran a su pequeña hija. Por cierto, que terrible desatino el de esta
mujer quien fue capaz de privar de la vida a otro ser humano por no verse alejada de su menor hija, ¡vaya día de las
madres!… Realmente es un hecho lamentable para todos, y cuando me refiero a
todos abarco a la familia de ella, de él, a su hija y a la sociedad; a las
mujeres victimas de la violencia, pero sobre todo, a los pobrecitos hombres que
golpean a sus familias creyéndose grandes, poderosos, indestructibles. Pobres
machos inseguros, llenos de frustración y complejos. Pobres mujeres que no
tienen el valor de elegir, porque sí pueden, sólo que no quieren. Esperan que
otros elijan por ellas; no creo que ninguna mujer elija ser maltratada,
humillada, ultrajada, despersonalizada. Ninguna mujer quiere ser golpeada,
nadie quiere ser lastimada, pero no saben poner límites, no saben decir ¡No!.
Seria una irresponsabilidad de mi parte emitir
una opinión cerrada con respecto a este caso o a la desatinada conducta de esta
“mujer asesina”, sin antes hacer un estudio completo y muy complejo, un perfil
criminológico que me permita conocer, entender y comprender sus causas, su
historia de vida, su salud física y mental, así como las características de la
ahora victima. Conocer los antecedentes de su infancia, de su relación de
pareja y otros elementos exógenos, podría dar color a un caso que a la fecha se
torna gris para una población indignada.
Pobres de los incomprendidos maridos
golpeadores, nadie los entiende. Este individuo, que en paz descanse (espero),
no deseó obviamente dejar de vivir, digo, quien quiere ser victimizado y menos
por su esposa, pero resulta muy conveniente para un agresor otorgar a la
sociedad una imagen de victima y no de victimario. Pues bien, ahora es un
mártir, nadie lo recordará como un macho golpeador, así como nadie recordará a
Rosa María, de apenas 20 años de edad, como a un ama de casa golpeada y
maltratada, sino como a la desalmada mujer que mató a su marido, padre de su
hija.
SÍGUELA TAMBIÉN EN FACEBOOK
SÍGUELA TAMBIÉN EN FACEBOOK