miércoles, 9 de mayo de 2012

La espina en la rosa

AUTOR DE ESTA ENTRADA: 
Lol-Ha Pérez Landa
Criminóloga con experiencia en victimología
criminologa.lol.ha@gmail.com


Que pena me da leer esta nota. Sucedió aquí a unos cuantos kilómetros de nosotros: una de tantas mujeres maltratadas, victima de la agresión de su cónyuge. Realmente es terrible observar los fenómenos sociales y psicológicos que acontecen en nuestra especie “humana”.
Rosa María, de apenas 20 años de edad, respondió al ataque de su hoy occisa pareja sentimental. Es curioso ver la ambivalencia en sus actos: por un lado escondió el cuerpo sin vida de su agresor, cual niña que mancha de tinta alguna prenda y la esconde debajo de su cama para que mamá no la encuentre, pequeña niña asustada por su travesura. Por otro lado, pude haber soportado insultos, golpes, amenazas, pero nunca el que le quitaran a su pequeña hija. Por cierto, que terrible desatino el de esta mujer quien fue capaz de privar de la vida a otro ser humano por no verse  alejada de su menor hija, ¡vaya día de las madres!… Realmente es un hecho lamentable para todos, y cuando me refiero a todos abarco a la familia de ella, de él, a su hija y a la sociedad; a las mujeres victimas de la violencia, pero sobre todo, a los pobrecitos hombres que golpean a sus familias creyéndose grandes, poderosos, indestructibles. Pobres machos inseguros, llenos de frustración y complejos. Pobres mujeres que no tienen el valor de elegir, porque sí pueden, sólo que no quieren. Esperan que otros elijan por ellas; no creo que ninguna mujer elija ser maltratada, humillada, ultrajada, despersonalizada. Ninguna mujer quiere ser golpeada, nadie quiere ser lastimada, pero no saben poner límites, no saben decir ¡No!.
Seria una irresponsabilidad de mi parte emitir una opinión cerrada con respecto a este caso o a la desatinada conducta de esta “mujer asesina”, sin antes hacer un estudio completo y muy complejo, un perfil criminológico que me permita conocer, entender y comprender sus causas, su historia de vida, su salud física y mental, así como las características de la ahora victima. Conocer los antecedentes de su infancia, de su relación de pareja y otros elementos exógenos, podría dar color a un caso que a la fecha se torna gris para una población indignada.
Pobres de los incomprendidos maridos golpeadores, nadie los entiende. Este individuo, que en paz descanse (espero), no deseó obviamente dejar de vivir, digo, quien quiere ser victimizado y menos por su esposa, pero resulta muy conveniente para un agresor otorgar a la sociedad una imagen de victima y no de victimario. Pues bien, ahora es un mártir, nadie lo recordará como un macho golpeador, así como nadie recordará a Rosa María, de apenas 20 años de edad, como a un ama de casa golpeada y maltratada, sino como a la desalmada mujer que mató a su marido, padre de su hija.

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